La discusión entre Marita Colombo y Sara Barros pinta de cuerpo entero el presente de la Unión Cívica Radical, donde la exconcejala y la futura presidenta representan las posturas de una fuerza que atraviesa un conflicto interno profundo.
Barros tiene mucho de razón, pero Colombo también. Porque no se puede discutir que las desprolijidades de otra elección interna frustrada tienen su costo a los ojos de la militancia y de la sociedad. Pero a la vez, poco ayuda que en lugar de valorar a sus figuras, la propia dirigencia ataque públicamente sin piedad a los máximos exponentes del partido.
Colombo va a ser proclamada presidenta en un acto que se anuncia rápido y discreto, y que se planificó en lo posible sin prensa y con la menor cantidad de gente posible. Hay mucha incomodidad en los comités como para hacer algo más vistoso, y el coronavirus ayuda a evitar convocatorias grandes.
Pero algunas cosas positivas surgen de la charla que circuló ayer por los teléfonos de propios y extraños: hubo autocrítica de Colombo.
Sin fantasmas, Marita señaló la realidad. Palabras más, palabras menos dijo “cuando hicimos las cosas bien y cerca de la gente ganamos, cuando empezamos a hacer las cosas mal y lejos de la gente perdimos”.
Recordó la experiencia del Foro de 2013, la recorrida por el interior y el diagnóstico que ayudó a conseguir la victoria en 2013, único triunfo desde el regreso del peronismo al poder. Fue una ilusión que quedó ahí, pero ella entiende que marca el camino de lo que se puede hacer.
Colombo prometió que va a dirigir por ella misma, y esa es una buena señal. No en vano se la postuló como presidenta: la clave del éxito de su mandato es conseguir la unidad, ese encolumnamiento que no se pudo fortalecer en las urnas, tendr´que hacerse con el diálogo.
Por eso, mientras la exedil Barros reclama enojada, Colombo responde con paciencia y muchas explicaciones.
Eso no significa que todo vaya a marchar sobre ruedas de ahora más. Que hayan circulado los audios de un grupo cerrado demuestra que hay mal humor en muchos que están adentro del partido. Pero la cuestión se puede encaminar si comienzan a escucharse.
Y no sobran las chances: o el radicalismo se recompone lo más rápido posible y asume como oposición seria, o el 2023 ampliará la estadística negativa que arrancó allá en 2011.