Los conflictos de intereses, probablemente una de las desviaciones que más corrompen la gestión del Estado, se producen cuando un funcionario público obtiene un beneficio de manera ilegítima como resultado de una decisión que ha tomado en función de su cargo o competencias. Según algunas definiciones “es un conflicto entre los deberes públicos y los intereses privados de un funcionario público, en el cual el funcionario público tiene intereses privados que pudieran en forma indebida influenciar el ejercicio de sus obligaciones y responsabilidades oficiales”. Una tipificación penal de ese delito contra la Administración Pública es la figura de la “negociacion incompatible con el ejercicio de las funciones públicas”.
En este abanico de conductas no éticas y desviadas, una de las que más se repiten es la de funcionarios que “proveen por sí mismo o por terceros (por ejemplo a través de su cónyuge y, en algunos casos, de las sociedades en las que participa) al organismo del Estado en donde desempeña sus funciones”.
Esto es lo que, aparentemente, habría sucedido en la empresa Catamarca Radio y Televisión Sociedad del Estado, inserta en la estructura del Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia. Donde, según fuertes indicios, se habría producido un grave conflicto de intereses en, al menos, una contratación pública que salpica a su directorio.
Por decisión política del Gobierno, y a pedido de la ministra de Ciencia e Innovación Tecnológica, Eugenia Rosales Matienzo, la empresa estatal Catamarca RTV pasó a depender de su cartera. Y, en una especie de autonombramiento, la misma Eugenia Rosales fue designada presidenta del directorio de los medios de comunicación de la provincia. Según el decreto Nº 252 del Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica (o sea, Rosales firmó el decreto de su propio nombramiento), la puesta en funciones fue el 07 de febrero de 2020, fecha de publicación del documento público en el Boletín Oficial.
Cuando Rosales desembarcó con su equipo de iluminados en CRTV, enchufó su maquina de humo y desparramó su pseudo discursito innovador, prometiendo “modernizar” los productos comunicacionales de la empresa con “novedosas” propuestas, como la de lanzar una aplicación móvil. “Como la de la BBC”, declamaba la ministra, poniéndole a su delirio de grandeza la vara bien alta.
Siempre es positivo innovar y subirse a las tendencias, sobre todo si se trata de incursionar en lo digital. Pero el valor de cualquier proyecto también es relativo a las prioridades y las urgencias. Y nada parecía indicar que una aplicación móvil “como la de TN” (esa era su otra referencia) tuviera un estatus prioritario en la deteriorada estructura de la empresa estatal.
Aun así, y con un llamativo apuro, la ministra avanzó en concretar el proyecto de la App de CRTV, primero contratando su desarrollo y luego improvisando un inviable esquema de trabajo para ponerla en funcionamiento y hacer “su lanzamiento”. El inusitado y sugestivo interés del directorio de la empresas estatal por su “aplicación móvil al estilo de los grandes medios de comunicación del mundo” finalmente se concretó cuando se “subió” a las tiendas de aplicaciones de iOs y Android para que los usuarios la descarguen y la usen. Bueno, con eso fantaseaban.
Aunque no hay una fecha puntual del momento en que se hizo el lanzamiento de la aplicación, el 3 de agosto se posteó en el perfil de Facebook de CRTV una publicación promocionando e incentivando su descarga, lo que podría tomarse como una presentación en sociedad del chiche de la Ministra. Aunque ya desde el mes de junio se había comenzado con la carga de contenidos en una versión Beta (una versión de prueba que continúa hasta hoy), finalmente a principios de agosto, la app “Catamarca Radio y TV” estaba disponible.
La evaluación del producto, según la usabilidad, la calidad de los contenidos o el éxito medido en cantidad de descargas podría ser materia de otro escrito. Lentísima, de diseño básico y replicando exactamente el mismo contenido que CRTV ya ofrecía en sus otras plataformas (pantalla, radio, redes sociales y página web) a priori, el capricho de Rosales no parece tener mucho con que destacarse en un mercado saturado por cientos de miles de aplicaciones. Las poquísimas descargas (menos de mil) son evidencia de ello. Pero eso no es central en esta oportunidad.
Volviendo a la historia principal, de acuerdo a la información brindada en Play Store, el diseño de la aplicación de Catamarca Radio y Televisión estuvo a cargo de la empresa Possumus S.A., una compañía mendocina de tecnología, con sus oficinas centrales en la ciudad de San Rafael. Según se presentan en su página web, son una “compañía de tecnología que brinda servicios de clase mundial y software” apoyándose en su “equipo, constituido por los más talentosos, innovadores y motivados profesionales de sistemas”. Ninguno de Catamarca, hasta donde se pudo averiguar.

Sin pretender valorar ni cuestionar la capacidad o la calidad del trabajo de la empresa elegida, lo ideal (y esperable) sería que el Estado contratará empresas catamarqueñas. En primer lugar, porque así lo establece la legislación de Compre y Contrate Catamarqueño, que da prioridad a las empresas de la provincia en las contrataciones y licitaciones públicas. Pero además, porque el Gobierno, que predica la modernización y fomento de las economía digital, y particularmente su Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica, debería ser (en los hechos, no solo como slogan) un motor que impulse al sector tecnológico privado.
Pero, como para la ministra sacha innovadora la declamación de la gran transformación tecnológica es suficiente, la elegida fue la empresa mendocina. Que no será catamarqueña, pero al menos tiene, o tenía, o más bien decía que tenía oficinas en Catamarca.
Es que en la página web de Possumus (que fue editada en las últimas semanas) se indicaba como dirección de contacto en Catamarca la calle Esquiú 678 de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. Pero en esa dirección, ni antes, ni después, ni en toda esa cuadra, hay oficina alguna de la empresa Possumus.
Lo curioso es que en la ficha de inscripto en el Registro de Proveedores de la página comprar.catamarca.gob.ar se indica como “Domicilio Especial” de la empresa en la provincia el 567 de la calle Rojas de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. Donde, que extraño, tampoco hay a la vista ninguna oficina de la empresa.
Otra sugestiva curiosidad es que la empresa contratada por el Ministerio de CeIT para desarrollar la app de Catamarca RTV se inscribió como proveedor del Estado provincial el 18 de marzo de 2020. Es decir, apenas unos 40 días después de que la ministra Rosales asumiera como presidenta de CRTV. Mucha suerte, o enorme coincidencia, que esta empresa mendocina apareciera como proveedor de la provincia en el rubro 13 “Informática” justo cuando a Rosales y su directorio se les antojaba una aplicación móvil para la empresa en la que acababan de asumir. Una empresa con una visión de negocios prodigiosa. O tal vez, un monumental golpe de suerte.

Todo esto, que parece anecdótico, en realidad cobra gravedad y trascendencia con el dato medular de esta historia. Un dato que, por su fuerza y flagrancia, mejor presentarlo sin rodeos ni firuletes y es el siguiente: el teléfono de contacto de la empresa en Catamarca es el número de celular personal de la mismísima ministra de Ciencia e Innovación Tecnológica y presidenta de Catamarca Radio y Televisión Sociedad del Estado, Eugenia Rosales Matienzo.
El teléfono móvil de la Ministra, con característica 011 (porque parece que el 3834 es muy provinciano para la ex funcionaria de la Casa de Catamarca) que usaba para su comunicación diaria es el mismo que se publicaba como teléfono de contacto de la empresa en Catamarca. Con lo que se desprende que Eugenia Rosales participa, de alguna manera, en la empresa que contrató en su función de presidenta de CRTV o de Ministra de Ciencia. A primera vista, un ejemplo clásico del “conflicto de intereses”, penalmente tipificado como “Negociaciones incompatibles con el ejercicio de las funciones públicas”.

Después de varios meses, tal cual ya se mencionó párrafos arriba, la página de Possumus fue editada y esa información de contacto ya no está. La “sucursal” de Catamarca, con su dirección de Esquiú 678 y el teléfono personal de Rosales fue suprimida. Pero oportunas capturas de pantalla documentan la veracidad de esta historia. También lo hacen herramientas digitales que permiten acceder a versiones antiguas de los sitios de internet, que la ministra Rosales, como gurú de la tecnología, debe conocer.
No hay el el Boletín Oficial de la Provincia información sobre la contratación de la empresa Possumus para el desarrollo de la app, ni sobre cuánto se pagó por ese servicio (la última información financiera de CRTV publicada en el BO es que el Estado le giro 88.280.692,98 de pesos para “gastos corrientes”). Por lo que, muy probablemente, el proceso de contratación y pago se haya hecho directamente como transacción de la empresa estatal, evitando los controles del Tribunal de Cuentas y que la información se haga pública. Aunque los rumores y trascendidos señalan que el mal logrado juguetito de Rosales, imitación medio pelo de la app de la BBC, habría costado mucho dinero. Y pero eso el apuro/ desesperación de ponerla en marcha y mostrarla funcionando.
De todos modos, aun si no fuera así, y se hubiera pagado un precio adecuado por la aplicación, nada cambiaría en el hecho de que la participación de Rosales en la empresa contratada sería un grave caso de corrupción. El bien jurídico protegido por el Código Penal en la tipificación de la “Negociaciones incompatibles con el ejercicio de las funciones públicas” es la “administración pública”, “el fiel y debido desempeño de las funciones de la administración en sentido amplio, de manera que la actuación de los órganos no solo sea plenamente imparcial, sino que se encuentre a cubierto de toda sospecha de parcialidad”.
Los interrogantes que se abren, y sería oportuno que la ministra Eugenia Rosales Matienzo y demás miembros del directorio despejaran con urgencia, son muchos. Por qué se eligió a esa empresa, cómo se la seleccionó, cuanto se le pagó por el desarrollo de la aplicación, si es que continúa cobrando por algún servicio de mantenimiento o mejora. Pero sobre todo, esclarecer cuál era la participación de Rosales Matienzo en la empresa. Hasta que esas graves dudas no sean aclaradas, la imparcialidad, honestidad y transparencia de los actos administrativos de la reina del humo estarán salpicados de serias sospechas. Porque todo indicaría que Rosales atiende de los lados del mostrador.