Vilar Formoso (Portugal), 18 dic (EFE).- Cuando se cumplen 55 años de la tragedia ferroviaria salmantina con más de 50 muertos -la mayoría portugueses- tras chocar el Sudexpreso y El Ligerillo, la novela «Fado entre encinas» de Paco Cañamero es de obligada lectura para conocer la ola de solidaridad que se creó entre España y Portugal.
En plena frontera de Fuentes de Oñoro y Vilar Formoso, el periodista y escritor salmantino Paco Cañamero recuerda a EFE el trabajo que ha desarrollado para ambientar una novela que acaba de lanzar y en la que relata decenas de historias humanas afectadas por el brutal choque entre el afamado «Sudexpreso» (París-Lisboa) y el «Ligerillo» que se dirigía a Medina del Campo.
Tras un sinfín de errores humanos en cadena, el impacto entre el Sudexpresso -que transportaba a 900 portugueses que regresaban del país al que habían emigrado para disfrutar en su tierra de la Navidad- y el tren más ligero ocurrió en la estación de Villar de los Álamos, a caballo entre la capital de Salamanca y la frontera con Portugal.
«Una mañana de invierno, de densa niebla, con un impacto brutal que se escuchó a 20 kilómetros a la redonda», explica Cañamero, uno de los más afamados cronistas de la provincia de Salamanca con más de una treintena de publicaciones, entre las que destacan la biografía oficial del entrenador de fútbol Vicente del Bosque.
La novela, siempre basada en hechos reales, tiene como hilo conductor los diálogos que protagonizan dos camioneros portugueses que ese día viajaban en el tren y que, por fortuna, lograron sobrevivir.
Durante la conversación con EFE, Cañamero se emociona al describir cómo una tragedia tan brutal pudo desencadenar «una ola de solidaridad tan grande entre españoles y portugueses».
De los pocos coches que había por aquella época, en 1965, todos los de la zona próxima al accidente acudieron para transportar heridos, al igual que la empresa El Pilar de Salamanca, que ofreció sus autobuses para llevar a los cientos de heridos hasta los hospitales de la capital charra.
Una novela con una cuidada labor periodística para rescatar a numerosos viajeros que lograron sobrevivir, como el notario de Barcelona Enrique Hernández Gajate, que viajaba en uno de los vagones siendo un niño, ya que entonces residía en el municipio salmantino de Ciudad Rodrigo.
O el testimonio del portugués José Medo, que se dirigía a Guarda junto con su hermano, que falleció en el accidente, y que hoy regenta una tienda de electrodomésticos en Guarda.
La tragedia acabó con la vida de 7 españoles y todos los demás eran vecinos portugueses. «Hubo más de 50 muertos, aunque la censura de la época sólo hablaba de 31 fallecidos, a pesar de que fueron rescatados sin vida en el lugar del accidente 47 cadáveres, mientras que otros fallecieron en los hospitales», explica Cañamero.
La novela también plasma testimonios de médicos y enfermeros que atendieron al aluvión de heridos de gravedad, entre ellos un matrimonio portugués de Viseu. «La mujer iba embarazada y los médicos lograron extraer al feto con vida, aunque también murió cuatro horas más tarde».
Entre las anécdotas, el grito unánime de los profesionales sanitarios de Salamanca, que el día en que los heridos fueron transportados a Portugal por un contingente de la Cruz Roja portuguesa los despidieron cantando «Portugal por qué te quiero tanto».
Incluso, la suerte que tuvo el entonces obispo de la diócesis salmantina de Ciudad Rodrigo, Demetrio Mansilla, que con el billete comprado decidió viajar a la capital charra en su Seat 1500 debido a la densa niebla de la mañana.
La solidaridad es lo más destacado de una novela que esconde un amplio trabajo de investigación y con textos en español y portugués que describen el fatal desenlace, concluye el periodista Paco Cañamero.
Carlos García